Yo soy un ratón pequeñito, como ya sabéis
y muy tímido.
Vivía en la biblioteca de la escuela de
un pueblecito de la Sierra de Madrid. Era muy vieja y destartalada, igual que
el colegio, pero yo era feliz.
Un día, a finales de invierno, recibieron
la visita de un señor muy serio y trajeado. Venía de Madrid, de la Consejería
de Educación (ahí es donde están los jefes que mandan en eso de los coles y de
las bibliotecas). Sus noticias no fueron muy agradables.
El señor serio, como todos los
señores serios - siempre con prisa - pronto nos abandonó, pero el mensaje que
nos dejó era muy claro: la escuela y la biblioteca dejarían de existir.
Doña Rosita, para sorpresa mía y de
los niños, estaba contentísima. Animando a sus alumnos,les explicó lo felices
que iban a ser en una escuela grande y luminosa. Ya no pasarían frío en
invierno y, sobre todo, conocerían a muchos niños. Podrían jugar a montones de
cosas y tendrían un gimnasio y una biblioteca con muchos libros nuevos, con
muchas fotos y bonitos dibujos y hasta tendrían ordenador. Pero ¿y yo? Estaba
preocupadísimo. ¿Qué iba a ser de mí?. Yo soy un ratón de biblioteca, pero de
una biblioteca “viva”. Necesito libros, viejos y nuevos, con dibujos y sin
ellos, alegres y no tanto, pero ante todo necesito vida y eso sólo la dais vosotros, los niños que vais a la
escuela y jugáis, leéis, reís y lloráis.
Un
fin de semana de junio llegó la solución. La sobrina de Doña Rosita, que también era profesora, llegó para
ayudarla a preparar su marcha . Pronto se iría a vivir con ella a la gran
ciudad. Estaban recogiendo las cosas de la escuela y charlaban. Yo, por
supuesto, escuchaba. Hablaban del futuro, de lo que harían en el verano… Y
llegaron a los libros; la sobrina hablaba de su colegio, de sus alumnos y, lo
más interesante, de la biblioteca del centro -en la que ella colaboraba-. Le
daba mucha pena que algunos de esos
libros se llenaran de polvo en estanterías olvidadas y que los chicos de su
colegio no pudieran verlos.
Doña Rosita, la maestra, le dio la
solución y a mí también: muchos libros eran suyos y se los regalaba para la
biblioteca de su colegio. Prepararon una enorme caja y allí la dejaron para el
día siguiente.
Y como terminan todas las historias:
“Colorin,
colorado
este
cuento se ha acabado.
Colorin,
colorete
por
la chimenea
sale
un cohete”
Un besito bigotudo.
RABI
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